RELATOS

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Margaritas. Cuento completo.

In Uncategorized on febrero 27, 2010 at 10:53 pm

A propósito del video que Carla subió a su blog.

Margaritas

Octubre 25, 2007.

-Hola María Rosa. ¿Cómo te va?
-Mal.
-¿Qué tenés?
-Cáncer. Por eso te venía a decir dos cosas. Que no te voy a hacer la torta para el sábado, y que necesito que me pagues la deuda.
Un día después del diagnóstico mi mamá ya le estaba sacando rédito.
Yo tuve que dejar el diario y todo lo demás para venir a verla. Cuando llegué estaba sonriendo. No va a pasar nada, nene. El problema es que la palabra es muy fea. “Cáncer”. Es horrible.
-Le digamos “margaritas”.
La segunda rectoscopia la agarró canchera. Le llevó un presente a la doctora. Una estampita de San Expedito. “Si se la pasan oliendo gases…”. Mis hermanos y yo estamos cinco veces más asustados que ella.
La van a operar, la tienen que operar con urgencia. Le dijeron que por favor no se mueva, que haga reposo. Pero está haciendo de comer. No puede parar de cocinar. La casa hierve. Afuera, la capital de La Rioja es un infierno, y la casa de mi madre es un sauna dentro de ese infierno.
De La Rioja, me doy cuenta de que me había olvidado: los nombres de las calles, cómo se llega al Hospital y lo insoportable que es el sol. Y la energía que le pone mi mamá a las cosas.
¿Hasta qué limites la intimidad de las personas puede ser interesante?
Escribo sobre mi madre porque en dos días me enseñó algo que acaso necesito traducir.
Mi madre guiñándome el ojo tras decirle a la mujer morosa que en unos días le van a extraer una sección de su intestino y que por eso sería conveniente que, vamos, le pague la deuda. Mi madre buscando la alegría de los demás. Ahora le está haciendo una torta a la doctora que le llenó de gas el vientre para ver qué onda. La torta es de chocolate. La veo decorar su regalo y no entiendo algo que sé que me está transmitiendo. Algo que tiene que ver con el amor.
Los trabajos de mi madre: bancaria, fabricante de abanicos de Loco Mia, vendedora de seguros, panadera, vendedora de agua potable, carnicera. En todos sus empleos fue feliz y después quebró. Ahora hace viandas de bajas calorías para unas 20 personas que le escriben mensajes en el dorso de los folletos: gracias María Rosa, estaban riquísimos. O “La próxima vez ponele menos cebolla porque si no después no puedo cagar”. Y de jueves a sábado abre una lomitería que se llama como el minimarket de mis hermanos, 2014. Le pusieron ese nombre porque quieren que el negocio les permita viajar a ver el Mundial de fútbol en Brasil, en el 2014. A mi mamá le parece un gran sueño.
Mis amigos rezan por ella. Me llaman por teléfono y ella sonríe. Le cuento que mis amigas sabían que ella estaría tal como está ahora, haciendo chistes sobre la especie de papa maligna que tiene atravesada en la cañería. A veces hace chistes que no le entiendo pero igual me causan gracia. Por ejemplo ahora tiene una muletilla: dice “la guitarra de Lolo” para describir situaciones. No sé qué situaciones, aún no he logrado establecer un patrón.
Recién hablaba de un hombre y me dijo: “No es exactamente como la guitarra de Lolo pero es algo parecido”.

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